
El 15 de mayo, agricultores de toda España conmemoran la festividad de San Isidro Labrador, patrón del campo, con misas y procesiones que se desarrollan en numerosos municipios, incluido Salamanca. Un año este muy lluvioso y en el que las plegarias se centran en una petición concreta: que la lluvia dé una tregua para poder completar las siembras de primavera.
Con los embalses del Duero superando el 90% de su capacidad y los pastos bien abastecidos, el problema no es la escasez de agua, sino su exceso. “Pedimos que San Isidro eche el freno a las nubes durante unos días, porque en muchas fincas aún no hemos podido entrar a sembrar por el exceso de agua”, señala Juan Luis Delgado, presidente de ASAJA en Salamanca. El retraso afecta a cultivos como el girasol en secano y a otros de regadío como patatas, remolacha o maíz, y podría derivar en menores rendimientos al acortarse los ciclos productivos.
En cuanto al cereal, las previsiones —aunque aún con cautela— apuntan a una cosecha que podría estar por encima de la media de los últimos diez años. Aun así, mayo sigue siendo un mes de riesgos: las temperaturas extremas, las plagas y las tormentas con granizo son amenazas constantes. Este escenario está disparando la contratación de seguros agrarios frente al pedrisco y otros riesgos climáticos.
El gran lastre: los precios
Más allá del cielo, el verdadero nubarrón que preocupa al sector está en los mercados. ASAJA denuncia que el cereal atraviesa una crisis de rentabilidad agravada por los movimientos especulativos y el bajo precio en origen. “Estamos con costes por hectárea que rondan los 800 euros, mientras que el precio de la tonelada de cereal se sitúa por debajo de los 200. Si no se superan los 4.000 kilos por hectárea, no se cubren ni los gastos”, advierte Delgado.
A esto se suma la competencia desigual con las importaciones. “Los grandes consumidores prefieren traer cereal de fuera, sobre todo a través de los puertos, sin que se exijan los mismos estándares que a los productores europeos”, critica el presidente de ASAJA en Salamanca. Además, cuestiona las decisiones de Bruselas: “No tiene sentido que la Unión Europea imponga aranceles a los fertilizantes rusos pero permita la entrada masiva de cereal de terceros países. O suben los precios del cereal, o bajan los costes, o necesitamos ayudas directas para compensar”.
ASAJA centrará sus esfuerzos en los próximos meses en reclamar medidas que devuelvan la rentabilidad al cereal, así como una nueva PAC enfocada en los profesionales del campo, con menos burocracia y un presupuesto sólido que permita sostener la actividad agraria.