Imagen de Jennifer García en la Misión
Imagen de Jennifer García en la Misión

Cuando hace año y medio los titulares hablaron de “dos leonesas rumbo a Marte”, muchos pensaron que era pura ciencia ficción. Hoy, una de ellas, JENNIFER GARCÍA CARRIZO, ha vuelto “a casa” a través de las ondas. Investigadora de la Universidad Rey Juan Carlos, miembro del XR COM Lab y periodista de la misión Hypatia II, Jennifer ha pasado por los micrófonos de Es la Mañana de León con Arturo Martínez para relatar cómo es vivir en una base que recrea Marte, qué significa hacer ciencia en clave de economía circular… y cómo cualquier leonés puede colarse en esa estación marciana con un tour virtual interactivo.

De la facultad y las redacciones a una misión en “Marte”

García Carrizo se define como “una persona muy curiosa e inquieta”. Estudió Publicidad y Comunicación, se especializó en comunicación científica y sostenibilidad y, en plena etapa posdoctoral, se cruzó en su camino una convocatoria que iba a cambiarle la vida: buscaban a alguien experto en comunicación para una misión análoga a Marte.

“Para mí fue la forma perfecta de juntar mi mundo profesional —investigar en comunicación científica— con algo que me apasiona desde siempre: el espacio”, explicaba en la entrevista. Fue seleccionada para formar parte de Hypatia II, una tripulación de siete científicas que, del 2 al 15 de febrero, vivió aislada en la Mars Desert Research Station (MDRS), en el desierto de Utah (Estados Unidos), la base análoga a Marte más antigua y grande del mundo.

Allí, en ese paisaje naranja y cobrizo que parece sacado de una película, Jennifer no solo documentó cada día de misión; también puso en marcha un proyecto propio: “Hypatia’s Circular Odyssey”, una investigación y un relato interactivo sobre cómo hacer una misión espacial lo más sostenible posible. 

Un tour virtual para entrar en la base marciana desde casa

El corazón de ese trabajo es un tour virtual 360º (al que se puede acceder pinchando este enlace: Tour Virtual)

El Tour permite recorrer la Mars Desert Research Station desde cualquier ordenador: entrar en el hábitat (Hab) donde comen, duermen y compostan; colarse en el baño para descubrir “cómo ducharse de forma sostenible”; asomarse a las diminutas habitaciones de la tripulación; cruzar los túneles hasta la RAM, el taller donde se arregla lo que se estropea; visitar el Science Dome, donde se realizan los experimentos, o subir al observatorio solar.

Todo ello acompañado de 17 vídeos cortos en los que la propia tripulación explica prácticas concretas de sostenibilidad, y con sonido real grabado durante las salidas con traje análogo en el exterior.

“El tour es totalmente gratuito y se puede visitar a través de la página del proyecto Hypatia’s Circular Odyssey, alojada en la web del XR COM Lab y enlazada también desde Hypatia Mars”, explicó. El enlace estará disponible en la versión digital de esta noticia para que los oyentes puedan “pasearse” por esa base marciana igual que lo hizo la tripulación. 

Vivir con 10,5 litros de agua al día

Más allá de la espectacularidad del entorno, lo que más impacta del relato de Jennifer es la gestión extrema de los recursos. Mientras en una casa cualquiera una persona puede gastar “más de 100 litros de agua sin darse cuenta”, en la MDRS ellas han vivido con 10,5 litros de agua al día por persona. La misión disponía de un depósito de unos 2.000 litros en total para los 15 días.

“Al principio me angustiaba: ¿cómo nos vamos a duchar?, ¿vamos a oler fatal?”, confesaba entre risas. Pero pronto descubrieron que el cambio estaba más en la cabeza que en la tecnología: Cerrar el grifo al lavarse los dientes. Abrirlo solo un hilo para lavarse las manos. Calcular bien la cantidad de jabón necesaria. Reaprovechar el agua “de espera” de la ducha en un cubo para otros usos.

“Lo más difícil son las duchas, porque ahí se va la mayor parte del agua. Incluso teniendo muchísimo cuidado, en una ducha corta se te van unos cinco litros. Eso implica que no puedes ducharte todos los días, sino cada tres o cuatro”, contaba. A ello se suma que buena parte del agua se usa para rehidratar alimentos deshidratados, otro factor que obliga a exprimir cada gota.

Nada es residuo: menstruación, latas y compost

La misión de Hypatia II no se limita al agua: es una auténtica escuela de economía circular. En el hábitat nada se considera estrictamente “basura” hasta que no queda más remedio. Las latas de la comida deshidratada se reutilizan como cajones improvisados para ropa, o como recipientes para tornillos y materiales en la RAM. Los desechos orgánicos son mínimos, porque se rehidrata solo la comida que se va a consumir. Lo poco que sobra procede del invernadero y acaba en el compostador, retornando a las plantas.

Incluso la menstruación se aborda como un recurso potencial, no como un residuo, explorando su posible uso como fertilizante en un experimento que, según señala, apenas se ha estudiado científicamente pese a formar parte de la sabiduría popular en muchos entornos rurales.

“Es muy curioso porque muchas mujeres mayores nos dicen: ‘Eso ya se hacía en los pueblos’. Y nuestra reivindicación es: ¿cómo puede ser que algo que se ha hecho durante generaciones no se haya investigado seriamente en 2025?”, reflexiona.

Aislamiento, convivencia… y nostalgia de Marte

La parte más humana de la entrevista tiene que ver con el aislamiento y la convivencia en una base tan pequeña durante 15 días. Jennifer reconoció que había hecho “mucho trabajo psicológico” antes de la misión, preparándose para lo peor. La realidad, sin embargo, la sorprendió: “Fue maravilloso. En quince días esas seis personas se convierten en tu familia. Cuando terminó la simulación, la primera mañana que desperté sin ellas pensé: ‘¿Y ahora a quién le pido ayuda?’. Las echaba muchísimo de menos”. Lejos de los tópicos sobre conflictos en espacios reducidos, asegura que no hubo tiempo para discutir: “Tienes tanto trabajo, tanta rutina y tanta responsabilidad que no hay margen para el conflicto”.

También habló de un fenómeno muy estudiado en astronautas: la desconexión con la Tierra. “Recuerdo que, al salir de la simulación y volver hacia la carretera, vi una señal de tráfico y pensé: ‘Es verdad, existían las señales de tráfico’. Fue el primer rastro de civilización humana que volví a ver. Te das cuenta de lo rápido que normalizas esa otra vida”, relató.

Con el paso de los meses, confiesa sentir una nostalgia creciente de la misión y del propio paisaje del desierto de Utah: “Cuanto más pasa el tiempo, más lo echo de menos. Me encantaría poder llevar allí a mis seres queridos y que lo vivieran”.

Consejos marcianos para casas de León

Tres hábitos sencillos, inspirados en la misión, que cualquier familia de León pueda aplicar durante una semana para reducir su impacto: Apagar las luces al salir de una habitación: “Suena básico, pero no os imagináis cuántas horas se queda encendida una luz porque ‘ibas a volver’ y luego no vuelves”. Compactar la basura, sobre todo envases y orgánica: comprimir residuos en la bolsa para usar menos bolsas (“no se reciclan y contaminan mucho”) y sacar menos veces la basura. Duchas más cortas y con sentido: ser conscientes de que una ducha abierta “hasta la saciedad” puede gastar 20 litros de agua; recoger el agua fría inicial en un cubo y reutilizarla en el inodoro o en la limpieza.

Pequeños gestos que, como recordaba, “no son inventos futuristas”, sino una forma de recuperar el sentido común que ya practicaban generaciones anteriores en los pueblos: menos envases, menos residuos, más aprovechamiento. 

Vocaciones científicas y referentes femeninos

La misión Hypatia II es también un proyecto de referentes. Solo el 9 % de las personas que han realizado una caminata espacial en la historia son mujeres, y el equipo de Hypatia Mars quiere ayudar a cambiar esa cifra. Por eso, además de investigar, dedican tiempo a divulgar la misión en colegios, museos y centros culturales, donde se encuentran escenas tan significativas como la de una niña que se acerca y le dice: “Llevas gafas, yo también llevo gafas. ¿Eso quiere decir que puedo ser astronauta?”. “Ahí es donde se ve la importancia de romper estereotipos”, subrayó Jennifer.

Reivindicó también el papel de las ciencias sociales en el ámbito espacial: “Durante mucho tiempo me preguntaban cómo alguien de ciencias sociales podía ir a una misión espacial. Pero la ciencia no es solo matemáticas y física. Si queremos que la ciencia avance de verdad, todas las disciplinas tenemos que trabajar juntas”.

Un futuro libro y una conexión permanente con León

García Carrizo adelantó que todo este trabajo cristalizará también en un libro con la editorial GeoPlaneta, previsto para 2026, en el que combinará el relato en primera persona de la misión con claves sobre comunicación científica y sostenibilidad. Su objetivo, explica, es que “cualquier persona, venga del mundo que venga, pueda asomarse a lo que supone vivir en una misión espacial y entender por qué la sostenibilidad no es un lujo, sino una necesidad”.

A pesar de haber trabajado a miles de kilómetros de casa, la investigadora insiste en mantener el vínculo con su origen: “León es un lugar maravilloso, sin lugar a dudas”, subraya, agradeciendo poder seguir compartiendo su proyecto con la sociedad leonesa.

Mientras tanto, su “Marte” particular seguirá a un clic de distancia en el tour virtual de Hypatia’s Circular Odyssey, donde cualquiera puede recorrer la base análoga, descubrir cómo se gestionan el agua, la energía y cada residuo y comprobar, desde la pantalla de un ordenador en León, que los recursos —aquí y en Marte— no son infinitos.

Escucha la entrevista completa pinchando 👉 aquí (Minuto 54:10)

Ver más noticias de León