Miniatura de YouTube - IA y 3D en la COLUMNA

La escena podría parecer ciencia ficción: una columna vertebral reproducida en 3D sobre la mesa del quirófano, algoritmos de inteligencia artificial calculando la trayectoria exacta de cada tornillo y un paciente que, tras años mirando al suelo por el dolor, vuelve a erguirse y se mira al espejo llorando de emoción. Pero no es una película. Ocurre en León, en el Hospital San Juan de Dios, y tiene nombre propio: el del neurocirujano Antonio Luis Mostaza Saavedra.

Invitado al programa “Es la Mañana de León, Astorga y La Bañeza” que dirige Arturo Martínez, el doctor Mostaza explicó cómo su equipo ha realizado ya más de 240 cirugías de columna usando biomodelos 3D, guías personalizadas e inteligencia artificial, con más de 2.000 tornillos colocados y una precisión del 99%, reduciendo además hasta un 90% la radiación en quirófano. Un modelo nacido en León que ya se ha exportado a una treintena de hospitales, incluidos centros de referencia en el extranjero.

“Puedo presumir de ser la primera persona que ha empleado la inteligencia artificial en la cirugía de columna en España”, afirma Mostaza, sin arrogancia, pero con la serenidad de quien lleva más de 40 años en el quirófano y cerca de 7.000 operaciones de columna a sus espaldas. 

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De poner tornillos “a ojo” al primer navegador de columna

Mostaza recuerda bien cómo era la cirugía de columna hace tres décadas. Entonces, muchas intervenciones se realizaban con barras y alambres para estabilizar la columna. La llegada de los tornillos supuso una revolución… pero no exenta de riesgo. “Al principio poníamos tornillos y luego hacíamos un escáner de control. Algunos no estaban correctamente colocados. No provocaban lesión, pero no estaban bien. Y yo pensé: ‘Esto hay que hacerlo mejor’”.

De esa inquietud nació lo que él mismo define como el primer “navegador” de columna del mundo: una combinación casi artesanal de regla, compás, medidor de ángulos y ‘bigotera’ de dibujo técnico, con la que calculaba longitud, ángulos y trayectorias de cada tornillo a partir del escáner previo.

Aquel invento, que al principio levantó cejas en congresos y quirófanos, fue un primer paso hacia lo que vendría después: la navegación avanzada, la cirugía robótica y, finalmente, los biomodelos 3D y la inteligencia artificial aplicada a la columna.

Cirugía mínimamente invasiva: de 12 centímetros a 4 y alta en dos días

Otro de los grandes cambios que cuenta el neurocirujano es el giro hacia la cirugía mínimamente invasiva. La inspiración llegó viendo una laparoscopia abdominal del cirujano leonés José Luis de la Cruz Vigo, experto en cirugía de la obesidad.

“Le dije: ‘Oye, enséñame la columna’. Y pensé: ‘¿Por qué no hacer algo parecido en la columna?’”.

A partir de ahí, el aprendizaje: cursos en España y fuera, práctica en casa con vértebras de cordero y de cerdo compradas en la carnicería y una vieja cámara de vídeo sobre un trípode. De aquellas pruebas nace una manera diferente de operar: incisiones de 4–5 cm en lugar de 10–12 cm, músculos que no se destruyen sino que se separan por espacios naturales y pacientes que se levantan a las pocas horas y vuelven a casa al día siguiente o a los dos días.

“Antes hacías una incisión grande, desperiostizabas, lesionabas músculos… Ahora buscamos el camino entre músculos, por donde hay grasa. El paciente lo nota: se levanta antes, sufre menos y recupera mejor”.

IA y biomodelos 3D: la columna del paciente, en las manos antes de operar

El salto cualitativo llega cuando Mostaza decide que ver la columna del paciente en una pantalla ya no es suficiente. “Lo que vemos en el escáner y la resonancia es virtual. Yo quería tener la columna real, poder tocarla, palparla antes de operar”.

Para ello se alía con los hermanos leoneses Alejandro y Javi Reyero, de la empresa tecnológica local, y empiezan a diseñar biomodelos 3D a partir de escáneres de alta resolución. Réplicas exactas de la columna del paciente, esterilizables y presentes en el quirófano el día de la intervención.

Al principio, cada columna requería dos horas de diseño. Todo cambia con la llegada de la inteligencia artificial: “Lo que antes eran dos horas ahora son diez minutos, con una calidad y una precisión impresionantes”.

Sobre esos modelos se diseñan guías personalizadas para cada tornillo, se planifica la cirugía y se ensayan los gestos antes de entrar al cuerpo del paciente. El resultado: 99% de precisión, menos radiación, menos complicaciones y cirugías mejor alineadas y más seguras.

Algoritmos para la osteoporosis: cuando el hueso está “blando”

Uno de los grandes miedos de muchos pacientes con problemas de espalda es la osteoporosis. “Me han dicho que no me pueden poner tornillos porque tengo el hueso débil”, repiten en las consultas. Mostaza y su equipo se han propuesto desmontar ese mito… con matemáticas.

Están desarrollando algoritmos de inteligencia artificial que analizan vértebra a vértebra: “La densitometría general da una idea, pero aquí necesitamos precisión milimétrica. No es lo mismo el lado derecho que el izquierdo, ni una vértebra que la de arriba o la de abajo”.

El objetivo es saber en qué zona exacta de cada vértebra hay mejor densidad ósea y cómo colocar el tornillo para que agarre en el hueso más resistente, incluso en pacientes con osteoporosis avanzada o en aquellos en los que tornillos previos se han aflojado y necesitan ser recolocados.

La comparación que utiliza el propio doctor es sencilla: “Es como poner un taco en una pared de pladur: se puede, pero hay que hacerlo bien, en el sitio y con el sistema adecuado”. 

Pacientes que pasan de mirar al suelo a mirarse al espejo

Más allá de la tecnología, lo que más pesa en el relato de Mostaza no son los datos técnicos, sino las historias personales que ha visto en consulta. “¿Sabes lo que es que un paciente llegue agachado, sin poder caminar, que lleva años sin poder mirarse al espejo porque va mirando al suelo… y al día siguiente de la operación se pone derecho, entra al baño de la habitación, se mira al espejo y se pone a llorar? Te da un abrazo y te dice que hacía años que no se veía la cara”.

Esos momentos, admite, son los que justifican décadas de trabajo y le empujan a seguir innovando: “No es un beneficio mío, es el beneficio de los pacientes. Eso es lo que te llena y te obliga a seguir”.

“Lo último no es operarse; lo último es morirse”

La entrevista también deja mensajes claros para quienes hoy viven con dolor de espalda y miedo a una intervención. Ante la frase repetida en muchas consultas —“lo último es operarse”—, la respuesta del neurocirujano es contundente: “No. Lo último que vas a hacer es morirte. Lo anteúltimo es operarte”.

Primero, insiste, hay que hacer un diagnóstico correcto, explorar al paciente, escuchar su historia y solo entonces decidir. No se operan imágenes, se operan personas: “Hay que operar a una persona con un problema concreto, que le causa dolor, impotencia funcional, incluso depresión. Si la resonancia o el escáner son compatibles con lo que le pasa, entonces sí: hay que operar”.

Mayores de 80 años: la edad como simple número

Especialmente duro le resulta ver cómo muchas personas mayores de 80 años quedan desahuciadas con la idea de que “ya no merece la pena operar”. Con la cirugía mínimamente invasiva, asegura, ese discurso se ha quedado viejo: “La edad es un número, nada más que un número. Personas por encima de 80 años, incluso sin poner tornillos, con cirugía endoscópica mínimamente invasiva, vuelven a caminar”.

Detrás, reconoce, hay también factores de sistema: listas de espera, prioridades para pacientes en edad laboral… pero insiste en que la calidad de vida de los mayores no puede darse por perdida.

Talento leonés que se exporta al mundo

Lo que comenzó como la inquietud de un médico en León es hoy un modelo exportado a más de 30 hospitales, incluyendo centros en Reino Unido, Arabia Saudí, Dubái, Chile, Bulgaria o Austria. Biomodelos diseñados con tecnología leonesa que viajan en avión para ayudar a operar columnas en otros países.

Arturo Martínez cerró la conversación con una idea que resume bien el espíritu de la historia: “A nosotros lo que nos gusta es que haya ese talento aquí en León, que usted haya captado nuevos talentos leoneses y que ese talento se exporte al mundo. Contarlo para nosotros también es un éxito, lo sentimos como propio”.

El doctor Mostaza, que también vuela drones de carreras y fue campeón de aeromodelismo, tiene claro hasta cuándo piensa seguir operando: “Hasta el día antes de morirme”.

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