
El Boletín Oficial de Castilla y León (BOCyL) publica la orden por la que se aprueba la denominación “Campos de Castilla” para la estación de autobuses de Soria, situada en la avenida de Valladolid de la capital. Esta decisión, adoptada por la Consejería de Movilidad y Transformación Digital, rinde homenaje a la figura de Antonio Machado y a su profunda vinculación con la ciudad. La estación fue construida en 1989 y requería una profunda renovación para adaptarse a los nuevos estándares de sostenibilidad, accesibilidad y digitalización. En ese contexto, el Gobierno de España, mediante el Programa de Impulso a la Rehabilitación de Edificios Públicos (PIREP Autonómico), gestionado por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, aportó 2,67 millones de euros a la Junta de Castilla y León para ejecutar la primera fase de las obras.
La segunda fase se licitó por un importe de 420.000 euros. Esta nueva actuación contemplaba el cerramiento de la dársena norte de la estación, siguiendo el mismo diseño y acabados que la ya renovada dársena oeste. Las obras incluían elementos de eficiencia energética y facilitaba la implantación de sistemas inteligentes de transporte (ITS). La intervención forma parte del componente 2, inversión 5 (C2.I5) del PRTR, centrado en la implementación de la Agenda Urbana Española y la rehabilitación de edificios públicos autonómicos.
Además, del impulso material, según el BOCyL, el nombre “Campos de Castilla” refuerza el vínculo entre la estación y el patrimonio cultural de la ciudad. La obra de Antonio Machado, escrita durante su estancia en Soria entre 1907 y 1912, constituye un referente de la literatura española y un símbolo de identidad para la provincia. En plena celebración del 150 aniversario del nacimiento del poeta, el BOCyL remarca que “Sin duda, «Campos de Castilla» es un icono cultural de Soria, tanto por la obra en sí como por la identificación del autor con la ciudad. La obra, publicada en 1912, retrata la meseta castellana, especialmente Soria, como símbolo de la España eterna, austera y espiritual. El paisaje se convierte en reflejo del alma del poeta y del estado del país. Obra fundamental de la Generación del 98 en la que Machado reflexiona sobre la identidad castellana, convirtiéndose en una referencia literaria clave para la ciudad”.